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Anticipo: 15 definiciones de Jaime Durán Barba, el gurú electoral de Mauricio Macri

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El gurú que logró lo imposible, que un empresario nacido en cuna de oro llegara la Presidencia de la Nación, algo que jamás había sucedido en la Argentina, publicó un libro, La política en el siglo XXI. Arte, mito o ciencia. Se trata, claro, del ecuatoriano Jaime Durán Barba, quien junto a su socio Santiago Nieto tuvieron con Mauricio Macri su primer logro presidencial, ya que fueron exitosos con varios candidatos, pero fracasaron anteriormente con quienes disputaron la primera magistratura.

Durán Barba y Nieto, autores Mujeres, sexualidad, internet y política y El arte de ganar, dos libros donde desarrollan las bases teóricas de la consultoría política estratégica y científica (un modelo de comunicación que defienden contra toda polémica), en esta nueva obra se dedican, sobre todo, a explicar los fundamentos de gran cantidad de decisiones que se tomaron en el PRO y ahora en la gestión, mostrando la gran influencia que tienen en la mesa chica del Gobierno.

Antes, revuelven los fundamentos de los falsos expertos con frases como "muchos políticos no asumen que estamos viviendo ese cambio. Su tiempo histórico y el espacio en el que habitan es muy reducido. Sienten que la humanidad empezó cuando se fundó su partido, que la realidad se reduce a su aldea o su país, a los que perciben como algo único, que está más allá de los estudios".

Macri compitió como candidato a jefe de Gobierno porteño en 2003, pero perdió frente a Aníbal Ibarra, que lo derrotó en la segunda vuelta electoral. Muchos creían que el hoy Presidente iba a renunciar a la política, pero continuó, y en 2005 ganó las elecciones de medio término, ya con el asesoramiento de los ecuatorianos. En 2007 volvió a competir, pero contra Daniel Filmus, y lo derrotó en segunda vuelta, porque gracias al asesoramiento de Durán y Nieto redujo notablemente la alta imagen negativa que tenía.

En este nuevo libro, los autores se regodean hablando de Lao Tsé, Confucio y Buda, sus aportes a la sabiduría universal, siempre apuntando a la imposibilidad del control de la opinión pública y a la experiencia diversa como la forma natural de la convivencia en las sociedades modernas, donde el cambio es lo único que permanece.

El Tao Te King vuelve en esta obra a estar el centro de la epistemología duranbarbiana, un libro que "es un poema a la vida, la serenidad y la riqueza de las contradicciones, y sobre todo, una reflexión acerca de la fatuidad del poder", porque "el taoísmo rechaza la pompa, la prepotencia de los poderosos y la guerra" y "el hombre sabio sabe pasar desaparecido y ahorra las palabras", una filosofía que cruzó todas las estrategias de comunicación del PRO y, ahora, de Cambiemos en el Gobierno.

La política en el siglo XXI. Arte, mito o ciencia estará desde el lunes próximo en todas las librerías. Durán Barba y Nieto estuvieron firmando esta semana los ejemplares que irán de cortesía y serán distribuidos desde la semana próxima. Infobae reproduce en exclusiva algunos de los párrafos más salientes de una obra que seguramente se transformará en un clásico de la consultoría latinoamericana, sobre todo, los referidos al análisis de la comunicación política local.

– "En 2009 los analistas decían casi unánimemente que era imposible que Francisco De Narváez derrotara en la provincia de Buenos Aires a una de las listas más poderosas que se han presentado en la historia argentina, encabezada por Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Massa. El sorpresivo triunfo de De Narváez produjo un terremoto; se dijo incluso que el matrimonio Kirchner huiría a Venezuela y varios pronosticaron que había terminado la era K. Poco tiempo después se recurrió a la falacia del espantapájaros: para la mayoría de los analistas fue siempre evidente que ganaría De Narváez por la crítica situación económica del país. En 2015 casi nadie apostaba un centavo a que María Eugenia Vidal ganaría la gobernación de la provincia de Buenos Aires y la mayoría decía que Mauricio Macri hacía una campaña sin sentido, que no ganaría la presidencia. Cuando pasaron las elecciones, el mismo coro que negaba toda posibilidad a Vidal dijo que era evidente que ganaría. Convirtieron en espantapájaros a Aníbal Fernández, sin acordarse de que fue uno de los funcionarios más inteligentes del kirchnerismo, que le ganó las primarias a un buen candidato que incluso tuvo el apoyo abierto del Papa. En la política hay una ley: cuando una persona pierde una lección, se convierte en alguien que nunca pudo haber ganado, incluso para sus apologistas".

– "De los mordiscos que se infligían los machos cuando disputaban el poder en la horda, heredemos el deseo irracional de que los líderes se enfrenten de modo violento. La lucha satisface a nuestros instintos, aunque después no votamos necesariamente por los gladiadores. Durante muchos años hubo periodistas que exigían que Macri atacara a Cristina Kirchner argumentando que si no se apuraba en hacerlo nunca sería el líder de la oposición. Era posible comunicar que el líder del PRO enfrentaba al kirchnerismo con otros modelos de comunicación, como lo demostró su triunfo en las elecciones. Desgraciadamente el enojo nubla la mirada de muchos de nuestros líderes. Se ha generalizado la intolerancia, muchos presidentes no se saludan con sus predecesores y los candidatos desprecian a sus adversarios. Eso no ayuda ni a ganar las elecciones ni a la construcción de un país mejor".

Anticipo: 15 definiciones de Jaime Durán Barba, el gurú electoral de Mauricio Macri

– "No es verdad que cualquier número que es malo para los competidores sirve para descalificarlos, ni que cualquier número favorable al propio candidato significa que va a ganar. Cuando Mauricio Macri tomó medidas de ajuste económico la aceptación a su gobierno cayó de 60% a 55%. Estos eran porcentajes inéditos en la historia del continente: por primera vez un presidente conservaba después del ajuste un porcentaje de aceptación mayor al que obtuvo en las elecciones. Algunos analistas dijeron que el gobierno sufría una grave crisis de imagen, lo que era falaz: era cierto que había caído unos puntos, pero también que tenía cifras sorprendentemente positivas".

– "Algunos analistas apelan al mito anacrónico de la investidura para argumentar que el presidente no debe reconocer sus equivocaciones y menos aún decir que va a corregirlas. Dicen que la gente quiere a un presidente infalible que conduzca a ciudadanos que mantienen la mentalidad de esclavos que solo quieren obedecer. Reiterados estudios realizados durante el primera año de gobierno de Mauricio Macri en la Argentina dejaron en claro que a la mayoría de los ciudadanos les agradaba un presidente capaz de rectificar. Cuando oyen un discurso, los nuevos electores consultan en Google y reconocen de inmediato las equivocaciones de los dioses. No hay ningún otro gobierno que se haya visto obligado a tomar medidas de ajuste económico y haya mantenido su popularidad".

– "El tipo de liderazgo de Macri y la forma de su comunicación horizontal hicieron que la mayoría de los argentinos se mostrara comprensiva con las medidas tomadas. Las mismas medidas encaradas con una actitud autoritaria habrían provocado graves desórdenes sociales. La gente hoy entiende las explicaciones cuando se comunican con el nuevo lenguaje que está más allá de la exposición técnica y racional. La gente no cree en viejos mitos, sabe que el presidente es un ser humano y que cuando finge ser infalible, miente".

– "Cuando se inició el gobierno de Mauricio Macri algunos políticos y periodistas pidieron que denunciara en una cadena nacional de radio y televisión las irregularidades cometidas durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Los efectos de una acción de ese tipo hubieran sido negativos para su gobierno y hubieran ayudado a la ex presidenta por varias razones. Los ciudadanos podían creer que se repetía la historia de siempre: políticos que se peleaban, mandatarios que incoaban su estirón ocultando su incapacidad, diciendo que habían encontrado un desastre que no imaginaban. Durante la campaña, Macri dijo explícitamente que no quería ser presidente para perseguir a nadie, sino porque sentía la obligación ética de cambiar el país".

– "Macri es un personaje que 'no hace política' mintiendo y dando golpes de efecto, sino que cuando enuncia algo es porque está convencido de la idea. Por eso durante más de una década uno de los ejes de la comunicación del PRO fue no mentir. Si asomaba con su lista de lavandería 'contra los K' solo iba a perder credibilidad: los ciudadanos entenderían que era otro político como los demás, que dicen una cosa en la campaña y cuando llegan al poder hacen lo contrario. Asimismo, cuando los Kirchner manipulaban, Macri defendió que la justicia debía ser independiente y, como presidente, tenía que ser coherente con sus principios. Si pronunciaba ese discurso hubiera hecho justamente lo que le convenía a Cristina Kirchner: politizar un problema que está en el ámbito de la justicia, quitando fuerza moral a los jueces. La mejor defensa de Cristina fue alegar que la perseguían por razones políticas, y con su ataque, Macri le hubiera dado una gran mano".

– "Es totalmente falsa la idea elitista de que la gente es ignorante y necesita que los personajes le cuenten cómo funciona la realidad. Durante varios años se comentaron muchas cosas sobre la corrupción del gobierno kirchnerista que no tuvieron impacto electoral, no porque la gente ignorara lo que pasaba, sino por razones más complejas. En plena campaña de la reelección de Cristina Fernández, en 2011, estalló el escándalo de Sueños Compartidos, un proyecto habitacional dirigido por la Fundación de Madres de Plaza de Mayo, que usó enormes cantidades de dinero de manera sospechosa. Los medios de comunicación dieron un gran espacio al tema, hubo decenas de tapas de los principales diarios con titulares lapidarios, pero ninguna encuesta registró que esto hubiera hecho daño a la presidenta. Sus porcentajes de imagen e intención de voto no se movieron… Un discurso de Macri sobre el tema no hubiera añadido nada nuevo, solo hubiera servido a los antiguos funcionarios para politizar la causa".

– "La idea de la cadena nacional de televisión era todavía más suicida porque iba a producir una reacción negativa. La gente normal no ve televisión para informarse o educarse porque ese es un medio de comunicación que nació para divertir. Si cuando una persona que disfruta de sus telenovelas, sus partidos de fútbol o sus programas favoritos ve que la interrumpen algunos políticos que pelean y se acusan de cualquier cosa, solo se produce en ella una reacción negativa. Atribuir la popularidad de algunos caudillos autoritarios a sus cadenas de radio o televisión es errado. La explicación no está allí, sino en que administraron su país en momentos de enorme bonanza económica y pudieron hacer cosas que resultaron agradables para la gente".

– "Quien resultó un gran comunicador que convenció a la mayoría de los argentinos en un solo acto de que algunos funcionarios de la administración kirchnerista habían sido corruptos fue un ex empleado de ese régimen, José López. No escribió ningún discurso, pero apareció a las tres de la madrugada en un convento situado en una zona peligrosa del Gran Buenos Aires, llevando varios bolsos con nueve millones de dólares en billetes, unos miles de euros, monedas de otros países y también relojes de marca. La historia era rocambolesca y eso ayudó a que mucha gente hablara sobre ella… Ningún discurso de Macri pudo ser más eficiente para comunicar la corrupción del gobierno kirchnerista que la escena que armó José López".

– "Con todo esto no queremos decir que se acabaron las palabras y que la política es solo imagen, pero sí que hay un desafío complejo para comunicar el mensaje político y tener impacto en los electores contemporáneos. Eso no se soluciona improvisando ridiculeces, sino estudiando con seriedad lo que está ocurriendo, para comunicar de manera eficaz nuestro mensaje en una nueva sociedad, que parece capturada por la banalidad".

– "Durante la campaña de Mauricio Macri para la jefatura de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires en 2007, se le acercó el dueño de un kiosco de revistas y le dijo que le gustaría votar por él, pero temía que le privatizaran su negocio. Cuando el candidato lo hizo reflexionar acerca de que si el kiosco era suyo entonces ya estaba privatizado, el revistero lo pensó un momento, señaló que de todas formas podían privatizarlo de alguna manera y pidió que Mauricio jurara que no lo iba a hacer. Las palabras pueden tener distintos sentidos. Y en la campaña no estamos para educar, sino para comunicarnos. Tenemos que aprender el lenguaje de la gente porque en esta nueva etapa no basta el espectáculo melancólico, sino que los electores son activos y participan de la campaña".

– En 2015 se planteó que una alianza entre Mauricio Macri y Sergio Massa -un ex jefe de Gabinete de Cristina Fernández- aseguraría el triunfo de "la oposición". Quienes defendían esta tesis no tomaban en cuenta que el motivo de fondo por el que los electores votaban por Macri era su clara condición de opositor y que había planteado la "tercera vía", la necesidad de un cambio que fuera más allá de la dicotomía peronista-radical.

Entre los dirigentes de su partido y entre quienes orientaron su campaña no hubo ningún ex funcionario o dirigente del Frente para la Victoria con alguna notoriedad. Macri se mantuvo en una oposición constructiva, pero firme y totalmente diferenciada frente al anterior gobierno. Su triunfo fue posible, entre otras cosas, porque logró movilizar masivamente a voluntarios que fueron a cuidar las urnas de un eventual fraude, apoyando a una campaña que no podía competir en recursos con el dinero y el aparato gubernamental. Mucha de esa gente se habría desmotivado si la posibilidad de cambio desaparecía integrando a su campaña no solo a Massa, sino a la bancada suplente del kirchnerismo que lo rodeaba, integrada por ex ministros, colaboradores y aplaudidores de ese gobierno, que además tenían imagen de serlo.

– Ciertos periodistas se preguntan cuántos votos puede endosar un candidato, el Papa, un sindicato, un deportista o una figura de televisión. La respuesta es: muy pocos. Los votantes no son de nadie.

– Durante 12 años en la Argentina sumando a quienes preferían a un presidente de izquierda con los que querían uno de derecha nunca llegaron al 20 por ciento. Nada extraño en un país en el que el Frente para la Victoria, gran fiscal de los militares, tuvo como candidato a Aldo Rico, y donde los principales dirigentes del gobierno kirchnerista que decían que eran de izquierda participaron del gobierno de Menem al que calificaban de neoliberal.

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