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"Consulta a las sabias": la entrevista - Magisnet

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Joaquín José Martínez Sánchez es doctor en Literatura Comparada sobre el aprendizaje narrativo (2008), en todas sus versiones: laicas y místicas, desde las narraciones orales a la estructura de aprendizaje en la novela (Bildungsroman) y en la narrativa digital, concretamente en los videojuegos.

Ha sido educador social desde 1993 y cooperante en educación para el desarrollo, especialmente dedicado a la promoción de las lenguas amenazadas en la Mixteca (Ñuu Savi, “pueblo de la lluvia”) de Guerrero, México. Sigue siéndolo a distancia, con ayudade los medios sociales, en el marco del proyecto Ndatiaku Tu’un Savi (“Renacer de la lengua de la lluvia”, Universidad de Sevilla).

Se gana la vida como profesor de Enseñanza Secundaria, Bachillerato y FPB para la Junta de Andalucía desde 2010, aunque comenzó trabajando como docente durante los noventa en los proyectos de desarrollo comunitario de Ekumene en la Cañada Real (Madrid) y en México. A la vuelta, le costó mucho encontrar puestos provisionales y precarios en centros concertados, hasta que aprobó la oposición.

Además, desde 2014 colabora como profesor asistente honorífico en el área de Lingüística General de la US, para formar a docentes en lenguas. En concreto, desde 2020 ha asesorado proyectos de investigación sobre Justicia Lingüística en la cultura mediática (redes sociales, narrativa digital) y el procesamiento del lenguaje natural por la IA, con el fin de promover la diversidad lingüística en España, América y África, además de detectar y corregir los sesgos que nutren el discurso de odio, el sexismo y el racismo.

Ha participado en proyectos colaborativos y redes de aprendizaje docente: Internet en el Aula, EABE, Proyéctate, Novadors, Espiral, Aulablog, etc., y he coordinado algunos otros: El Barco del Exilio, NMOOC, Cuentaverdades y Regreso Feminista.

Ha escrito distintas publicaciones, libros y artículos sobre los distintos temas mencionados, que pueden consultarse en mi portafolio biográfico: https://joaquineku.wordpress.com/

¿Por qué deberíamos “consultar a las sabias”?

Es una invitación a que ampliemos el canon del conocimiento y la creación para incluir a las mujeres como referentes en igualdad, pero también un símbolo: “las sabias”, con enorme poder connotativo, que conecta una diversidad de mundos.

La educación literaria de la que llevamos siglos tratando en Europa y América, desde un punto de vista clásico e ilustrado o romántico y nacionalista, se tiene que convertir en coeducación literaria. Se ha luchado desde muchos frentes para limpiar la mirada y establecer leyes educativas que promuevan la coeducación, pero sigue sin hacerse realidad en el estudio de la Historia literaria que diseñan las academias y se aplica en las aulas.

Es cierto que la animación a la lectura, a través de la Literatura Infantil y Juvenil, ha asumido la igualdad que se había conquistado en esa parcela de la vida social. Pero tal logro tampoco fue regalado, sino que es fruto de un movimiento por la emancipación a lo largo de la Historia; el cual se ignora cuando repetimos esquemas estereotipados, en obediencia a un canon casi exclusivamente masculino. Todavía me emociona el énfasis con que escritoras como Carmen Martín Gaite, al inicio de la democracia, reivindicaron el personaje de Celia y la literatura de Elena Fortún, en tanto que referente femenino de su educación sentimental; como también lo han hecho autoras actuales.

¿A qué “sabias” os referís? ¿A las filósofas?

Por supuesto que a las filósofas también, porque la Historia del pensamiento hispánico es inconcebible sin comprender la defensa de las mujeres contra la misoginia y sus argumentaciones en favor de la igualdad, que atañe a todo el género humano: Teresa de Jesús, Juana Inés de la Cruz, Josefa Amar, Juana Manso, Emilia Pardo Bazán, Luisa Capetillo, María de Maeztu, María Zambrano… además de literatas, son pensadoras. Mientras que las pensadoras actuales: Celia Amorós, Amelia Valcárcel, Victoria Camps, Adela Cortina, Marina Garcés, Eurídice Cabañes, entre otras, son escritoras de ensayos sobre todo lo humano.

Al decir “sabias”, en primer lugar, aludimos a las mujeres con autoridad en el entorno próximo del alumnado: madres, abuelas, tías, hermanas mayores, quienes crean con sus manos a niñas y niños en la primera infancia. Desde luego, pienso en Antonia, mi madre, recientemente fallecida. También a las maestras y las profesoras que son mayoría en la docencia, a cargo de la responsabilidad de educar, no solo de enseñar.

A unas y otras les sugerimos que reconecten, por medio de este proyecto y de los suyos propios, con la genealogía femenina que ha hecho posible nuestras libertades y aun el mero hecho de coeducar a mujeres, varones, personas no binarias o de diversa orientación sexual. Las mujeres sabias tendrían que configurar la memoria cultural por medio de sus obras, en reconocimiento a sus valores, pero han sido sometidas al olvido. Hasta hace poco solo sentíamos el vacío que dejaron entre varón y varón.

Muchas de las escritoras latinoamericanas desde la primera mitad del XIX, y españolas desde la segunda mitad del siglo, ejercieron la docencia e inventaron la pedagogía liberal y social, como alternativa a la mera instrucción y la exclusión por motivos de género, clase, etnia o funcionalidad: Nísia Floresta, Juana Manso, Teresa González del Real, Adela Zamudio, Carmen de Burgos, Francesca Bonnemaison, María Lejárraga, María Goyri, María de Maeztu, Gabriela Mistral, Josefina Rodríguez Aldecoa…

¿En qué consiste concretamente la “consulta”?

El acto de “consultar a las sabias” es un ritual liberador en todas las culturas donde se reconoce su autoridad. La consulta es atención a su vida y escucha activa a su palabra. Esa actitud respetuosa y reverente permite activar nuestro inconsciente, porque remite a un arquetipo. Hay un sustrato cultural muy potente que evoca a las sabias en la vida personal y la memoria familiar, tanto de la adolescencia como de la gente adulta.

En el marco de nuestro proyecto educativo, “consultar” significa dedicarse a la investigación y, sobre todo, a la lectura de sus obras, como expuse en la Feria de la Ciencia de Sevilla. Solo después de esa experiencia personal y cooperativa ha sido posible crear recursos educativos abiertos que faciliten a mucha más gente esa “consulta”, por medio de relatos (Viaje por el tiempo de las mujeres: A, B y C) y una colección de juegos interactivos; así como una antología multimedia de las escritoras contemporáneas en lenguas hispánicas: Filoginia.

En la Grecia clásica, ”consultar a las sabias” era necesario para “conocerse a sí mismo/a”. ¿Qué diría Sócrates?

No sé si Sócrates nos daría la razón, pero al menos admitiría el desafío. Es más probable que el oráculo (pitonisa) de Delfos hubiera pensado en ese oculto sentido cuando lo expresó originalmente: “Gnothi seautón”, “Conócete a ti mismo/a”, con valor inclusivo.

Solo si alguien, varón o mujer, se reconoce ignorante, sentirá el deseo de consultar a las sabias, para descubrir con ayuda de su oráculo quién era realmente: conocerse a sí mismo/a a través de esas otras desconocidas. En tal sentido, “Consulta a las sabias” es el colofón necesario de la didáctica de la Literatura Universal que propuse en Los otros (las otras, les otres) que hay en ti, hace una década (BVMC, Premio Rosa Regás, 2011).

Habrá quien piense que estoy intentando imponer un dogma que sustituya al axioma patriarcal de que “solamente los varones han podido alcanzar la plenitud”. Al contrario, la escucha y la lectura incondicional, aunque sea durante unas horas en la vida de un superhombre, le expondrá al descubrimiento de las otras que había silenciado. La cárcel de hierro del patriarcado literario han sido las academias y las generaciones.

¿Hay algún misterio por descubrir?

Muchos.

Dado que la historiografía se había fundado en la exclusión de las mujeres y el desconocimiento de sus obras, es totalmente lógico inducir que los valores comunicados por ellas van a transformar nuestra comprensión histórica. Las Humanidades contemporáneas se fundan en la historicidad y en la apertura a nuevas interpretaciones que den lugar a una nueva visión del mundo. No es un principio dogmático, sino el resultado de abrirse al contacto de los otros, las otras y les otres en su diversidad.

La esperanza de igualdad ya no se basa en la uniformidad, sino en que se reparta bien la diversidad cultural, de acuerdo con las necesidades y los libres deseos de las personas.

Veamos algunos misterios que siguen siéndolo para las personas no iniciadas en la genealogía de las mujeres escritoras. Los misterios dolorosos y gozosos se han mezclado en la historia de la emancipación que había quedado oculta bajo las categorías patriarcales.

El primero: Las Antiesclavistas. Leyendo a las autoras románticas del siglo XIX hemos descubierto que el Romanticismo no era solamente una exaltación ególatra del yo hasta el Absoluto, sino también la era del abolicionismo solidario contra la esclavitud o las esclavitudes que impedían, materialmente, el ejercicio de la libertad personal, económica y política. Las autoras liberales españolas no solo protestaron contra un machismo tiránico que negaba a las mujeres sus mismas libertades, sino que fueron líderes del movimiento antiesclavista en los restos del Imperio español: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Su sociedad de las mujeres, romántica y liberal, se extendió a la emancipación de las presas y los presos, gracias a la obra de Concepción Arenal y por mediación de las conferencias de Paul.

Las autoras latinoamericanas (Tula, Juana Manso, Júlia Lopes, etc.) se pronunciaron contra la esclavitud con mejores resultados, dado que se consiguió la abolición mucho antes en las nuevas repúblicas, comenzando por Haití (1804), Chile (1823), Centroamérica (1824), México (1829) y terminando en Brasil (1885) y Cuba (1886). Además, la literatura dio inicio a un indigenismo romántico, que solo se hizo realista en la obra de Clorinda Matto o María Amparo Ruiz de Burton y en la Revolución mexicana. Hay que destacar una figura precoz y visionaria que hoy nos parece de ciencia-ficción, como si hubiera viajado en el tiempo: Flora Tristán.

Segundo misterio: las Libertadoras del amor. El realismo que mostraba las lacras de la prostitución sin redención, en boca de las mujeres se convirtió en denuncia de la hipocresía social, que convertía a las mujeres en esclavas del matrimonio sin amor. El abolicionismo contra la prostitución y el falso matrimonio se demuestra empíricamente en la obra de Rosa Marina, periodista y ensayista, Matilde Cherner, articulista y novelista; gracias al análisis psicológico de ambos géneros en la obra de Adela Zamudio, Íntimas; en la oratoria de las republicanas sociales (Modesta Periú, Guillermina Rojas y Orgís), antes que en Fortunata y Jacinta o en Misericordia de Galdós; con igual valor en la narrativa de Clarín (La Regenta, Su único hijo) que en la de Emilia Pardo Bazán (La Tribuna, Doña Milagros, Memorias de un solterón).

Tercer misterio: Las Viajeras. El internacionalismo y la apertura al mundo (Europa, América) que, supuestamente, inauguraron “los varones de” la generación del 14, fue anticipado por las mujeres de una amplia generación nómada, que abarca desde 1868 hasta la Segunda República. Es cierto que influyeron positivamente la Institución Libre de Enseñanza y, posteriormente, la Junta de Ampliación de Estudios; pero mujeres como la propia Emilia Pardo Bazán, Rosario de Acuña, Sofía Casanova, Teresa Claramunt, Concha espina, Belén de Sárraga, María Lejárraga, Isabel Oyarzábal y un nutrido elenco de viajeras renovaron la sangre hispánica con los latidos de otros pueblos.

También fueron nómadas transoceánicas las autoras latinoamericanas que coincidieron el tiempo y el propósito con las españolas liberales y republicanas: Lindaura Anzoátegui, Clorinda Matto, Laura Méndez, Gabriela Mistral, Teresa de la Parra, Alfonsina. Su andadura comenzó antes, en sincronía con las naciones criollas que se reconectaron con Europa y USA, ladeando al principio a España: Soledad Acosta, Eduarda Mansilla. Las mujeres americanas que cabe llamar Libertadoras recorrieron el continente refundando la Pachamama y una comunidad política todavía por realizar: Juana Manuela Gorriti, Juana Manso, María Amparo Ruiz de Burton. Las pioneras, Flora Tristán y Tula, cruzaron el océano para germinar un mundo nuevo que ya está siendo.

Cuarto misterio: Las Antibélicas. La paz que hizo posible el desarrollo económico de España durante la Gran Guerra debería haberse extendido hasta acabar con la Guerra de Marruecos, lo que hubiera evitado que la Legión invadiera España como una horda fanática de antaño para destruir la legalidad democrática. Las escritoras fueron las defensoras más perseverantes del pacifismo desde 1909 hasta 1936: Carmen de Burgos (“Guerra a la guerra”), las burguesas catalanas (Carme Karr), las líderes anarcosindicalistas (Teresa Claramunt, Teresa Mañé), socialistas (María Lejárraga, Isabel Oyarzábal) y republicanas federales (Consuelo Álvarez Pool).

Esos cuatro “misterios” históricos se deberían sumar a las propuestas anteriores de revisión y superación de las generaciones literarias: singularmente, Las Sinsombrero de la documentalista Tania Balló, quien ha sacado a la luz los cuerpos vivos de nuestras antepasadas durante la experiencia democrática de la Segunda República, tanto escritoras como artistas, antes que las emparedaran con el cemento represivo de la Dictadura.

Pero todavía hay más por descubrir y descifrar.

Sexto misterio: Las Memorialistas. La entera generación del 27, precedida por la del 14 y continuada por la llamada del 36, quienes pasaron por el deslumbramiento de la República, el horror de la Guerra y el abismo de la posguerra o el desvivirse del exilio, coincidieron en la necesidad interior de comprender su vida a través de la escritura: memorias en forma de ensayo (María Zambrano, Clara Campoamor), narrativa (Rosa Chacel), elegía (María Teresa León), autobiografía social (Constancia de la Mora), análisis político (Teresa Pàmies). La nómina es amplísima.

Tan fundamental es la memoria en la obra de autoras latinoamericanas, desde Juana Manuela Gorriti, que la usa para reunir a los bandos enfrentados por las guerras civiles (unionistas y federalistas); pasando por la memoria de la Independencia en Lindaura Anzoátegui, en que participan los pueblos originarios junto con los criollos; la experiencia emancipadora de la Revolución según Nelly Campobello, Marta Rojas o Gioconda Belli; los movimientos políticos y sociales por la democracia en la obra de Elena Poniatowska, Diamela Eltit, Laura Restrepo y un largo e intenso etcétera.

Séptimo misterio: Las Aprendizas. Quizá el movimiento más brillante de la literatura contemporánea, que se remonta al Bildungsroman romántico (Gertrudis Gómez de Avellaneda, Sab y Dos mujeres) y la novela realista/naturalista de educación social (Emilia Pardo Bazán, La Tribuna), subsiste en forma de prosa poética durante las vanguardias (Elisabeth Mulder y Rosa Chacel), se convierte en crítica de la deshumanización en la República (Luisa Carnés, Tea Rooms) o de la violencia en la Guerra (Elena Fortún, Celia en la revolución) y llega transformado hasta la posguerra para crear personas resistentes al ácido de la dictadura: la propia Elena Fortún (Oscuro sendero) en el exilio, Mercè Rodoreda, Carmen Laforet, Elena Quiroga, Dolores Medio, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite, Josefina R. Aldecoa, entre otras del mismo valor. Sobre ese suelo fértil crecieron la generación del 50 y la poesía de la experiencia, que sirvió de puente con la primera generación democrática. Antes de “Cuéntame”, ellas nos contaron.

Todas las grandes narradoras latinoamericanas han creado relatos de aprendizaje que han facilitado la iniciación de generaciones de mujeres y hombres en la vida adulta, o les han ayudado a recuperar los hilos del tejido de su vida desde la infancia, ya en su madurez. Podemos fijarnos en dos que ayudan a contemplar la entera Historia del Nuevo Continente desde sus raíces originarias en la vida de cualquier mujer americana: el aprendizaje mítico de La mujer habitada de Gioconda Belli, una auténtica heroína de una raza multiétnica, en la que el mestizaje no es un pretexto para borrar las culturas aborígenes; y la novela testimonial de la Premio Nobel de la Paz que transformó mi visión del mundo y cambió el curso de mi vida, como la de tantas personas que nacieron a la solidaridad por su medio: Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia.

Más misterios por explorar o ya explorados:

¿Por qué se deforma la imagen de las sabias como “sabihondas”?

Es un prejuicio que se demuestra falso; un estereotipo que impide el paso para conocerlas.

Las mujeres sabias tienen una empatía y una experiencia vital de la que carecen muchos sabios encumbrados, como consecuencia de las reglas sociales de construcción de los géneros. Además de conocer su profesión y dominar un saber académico o técnico, han aprendido a cuidar y a criar.

Es alucinante que la gran mayoría de las mujeres que dominaban el lenguaje (escritoras, literatas, pensadoras, políticas, artistas, periodistas, monjas o místicas) tuvieran la capacidad de formar una familia, organizar una comunidad y poner en pie las vidas de sus criaturas o sus pares, a pesar de las enormes dificultades y el ambiente adverso en que ejercieron sus oficios y profesiones.

La caza de brujas no se circunscribe a un período lejano de la Historia europea. Ha vuelto a producirse reiteradamente en todos los momentos en que una mujer se ha atrevido a demostrar su sabiduría autónoma. Fueron perseguidas y heridas por ello.

¿Las sabias heridas son más sabias?

Cualquier persona recibe heridas en el camino de la vida, pero eso no te hace mecánicamente sabio. Darse latigazos no aumenta la sabiduría, si se admite la comparación.

Las mujeres chamanes en culturas tradicionales suelen ser personas que han sobrevivido a una enfermedad o a un mal social. Las místicas medievales se reconocían a sí mismas como un testimonio del misterio. Todas ellas tienen una personalidad enriquecida por la experiencia del cuidado y por su imaginación esplendorosa.

Durante la primera fase del proyecto en 4.º ESO del IES Ítaca: Aprender con las mujeres: Literatura Contemporánea en clave de género, cada día nos sorprendíamos descubriendo nuevos motivos para la admiración en la biografía y en las obras de autoras que nos habían sido hurtadas por la memoria masculina; dicho de otro modo, por el canon que ha prevalecido en las academias y se ha enseñado en las universidades.

Muchas de ellas tuvieron que arrostrar la maldición social por el simple hecho de atreverse a ejercer la escritura o por querer convertirla en su profesión. María Rosa de Gálvez fue totalmente borrada por la historiografía de los varones y vituperada como amante de Godoy, el príncipe innoble, cuando en realidad había sido una auténtica heroína: abandonada en un hospicio al nacer, rescatada en la adolescencia por una familia de alto abolengo y, después, maltratada por un marido crápula, de quien se divorció para ganarse la vida escribiendo con enorme valentía. Su arrojo para denunciar la inequidad de género y reconocer las relaciones entre violencia patriarcal y colonialismo la convierten en adelantada del romanticismo liberal. La mejor prueba de que no era la protegida de nadie fue, desgraciadamente, que muriera en la indigencia.

Conocimos la vida y la obra, cada una en su tiempo de hasta treinta autoras a través de sus obras. Subrayo esto último. “Tula” Avellaneda fue la escritora en español de mayor madurez durante el Romanticismo, tanto en masculino como en femenino y en todos los géneros literarios. Distintos varones se empeñaron en amargarle la vida e intentaron denigrarla por ser mujer, a pesar de la valía reconocida por sus contemporáneos. El hecho de perder a su hija y a dos esposos amantes, como si el destino rubricase la maldición, se convirtió en una losa para ella, igual que otras circunstancias dramáticas lo fueron para Carolina Coronado, su alma gemela. Las escritoras homosexuales vivieron su lesbianismo de forma clandestina (Lucía Sánchez Saornil, Carmen Conde, Gloria Fuertes), aunque dejaran testimonio de ello, como Elena Fortún. Varias se divorciaron (María Rosa Gálvez, doña Emilia, Carmen de Burgos, Carmen Laforet, etc.), de hecho pero sin derechos; y afrontaron el vituperio público mientras se ganaban la vida como escritoras. Ellas y otras muchas autoras valiosas son mujeres-Fénix, que se emanciparon por la fuerza de su pluma.

A diferencia del self made man, el hombre hecho a sí mismo, quien presupone que su prosperidad individual produce automáticamente un beneficio social, las sabias tienen una identidad fundada en el servicio público: a otras mujeres, a otras personas, no solamente a su propia familia. Su lucha incansable por la vida es solidaria, porque ayudaron a vivir a los demás.

¿Supieron hacerse necesarias…?

Cualquier persona es necesaria para otra, aunque la doctrina del amor romántico haya convertido ese apego auténtico en una demanda de absoluto. Las obras maestras son necesarias para la formación de la Humanidad, cualquier ser humano, de modo que el rescate de las autoras magistrales era imprescindible para que ese sueño de la educación literaria dejara de fabricar gente manca y coja, ególatra, apática o psicópata por falta de piezas esenciales. Pero la necesidad social no se basa simplemente en el valor de las obras, sino también en la vocación de servicio solidario, fraterno, sororial, que se expresa en ellas inseparablemente de la forma estética.

A través de los proyectos hemos rescatado el compromiso de las mujeres escritoras con la emancipación de su género, comenzando por las grandes autoras del medievo, el Renacimiento y el Barroco: la querelle des femmes en que terciaron, de distintos modos, Teresa de Cartagena, Isabel de Villena, Teresa de Jesús, Ana Caro Mallén, María de Zayas o Juana Inés de la Cruz, entre otras congéneres de su tiempo. Sus obras tienen relevancia propia, pero para descubrirlas y reconocerlas hay que leerlas, más allá de los estereotipos que las ocultan. Cervantes demuestra haber consultado a las sabias en sus principales obras, singularmente en el Quijote.

Algo similar podríamos decir sobre la reivindicación feminista contra los estereotipos de género en los videojuegos del siglo XXI, cuyas autoras en España se han plantado públicamente para dar la cara por ellas y por sus compañeras (Protesto, Nerfeadas), con el apoyo de algunos varones en los medios y en la industria. De ahí que, en un proyecto interdisciplinar del ámbito social-lingüístico en 3.º ESO, hayamos mezclado y comparadoesos dos escaparates de la cultura de sus respectivas épocas: Don Quijote en la era de los videojuegos.

También hemos organizado y puesto en práctica un proyecto basado en un juego acerca de los videojuegos: un breakout-edu con el título Escapamos de la fantasía machista, que se apoya en el análisis del equipo internacional Feminist Frequency para desmontar los estereotipos contra las mujeres de forma divertida, pero inolvidable. Lo hemos empleado y perfilado en 2.º y 4.º de ESO y en la Noche europea de los investigadores.

Imagino que los videojuegos interesarán al alumnado. ¿Por qué empeñarse en leer a las escritoras olvidadas o relegadas? ¿No deberíamos preocuparnos más por que se lean las actuales?

De hecho, ambos objetivos van unidos, no solo en nuestro tiempo.

Existe una genealogía femenina, en la que ingresan tanto mujeres como varones que asumen su defensa contra la esclavitud objetiva de las mujeres durante siglos. Su existencia histórica puede comprobarse fácilmente con ayuda de nuestra Filoginia. Las mujeres se leían unas a otras de generación en generación, aunque el canon dominante las ocultara. Hay quienes no admiten que el feminismo haya configurado nuestro mundo de la vida común, a través de ese hilo de transmisión; igual que se niegan a ver que hoy en su propio pueblo o ciudad se esté sometiendo a esclavitud sexual a unas mujeres y a esclavitud laboral a otras, como consecuencia de un vacío jurídico.

Las autoras clásicas nos descubren que los valores de nuestro tiempo se originaron en ellas, como también en varones humanistas. Sin embargo, el humanismo de los varones dio cabida a prejuicios patriarcales de gran peso: el manual La perfecta casada, que recomienda el encierro de las mujeres de por vida y su estricta subordinación a padres y maridos, fue escrito por Luis Vives, un humanista ejemplar en otros terrenos de la vida. Su influencia a lo largo de siglos fue brutal. Todavía se regalaba a las mujeres letradas durante el franquismo.

Se podría interpretar que las sabias solo les importan a otras mujeres, como las revistas del corazón

Sería solamente un pretexto para pasarlas por alto y evitar su reconocimiento, puesto que la intención con que escribieron no fue esa. Se dirigían a cualquier persona adulta, salvo que se hiciera expresa otra intención, como en la literatura infantil.

Hay que anotar, de paso, que el mundo de las revistas femeninas surgió en España durante el periodo liberal, la regencia de María Cristina y el reinado de Isabel II, de una forma deliberada y propagandística. Obedecen al propósito de moralizar a las mujeres e incorporarlas tanto a la profesión literaria como a la lectura “dentro del orden” patriarcal; además de propagar los valores liberales en lucha contra el carlismo y el tradicionalismo (cf. El Pensil del Bello Sexo, Los hijos de Eva, entre decenas de ellas). No obstante, incluso las publicaciones liberales estaban sometidas a la hipocresía del doble rasero para mujeres y hombres, que denuncia Carolina Coronado en sus mismas páginas.

La acumulación de sesgos que identificamos en las “revistas del corazón” se produjo como un precipitado químico en la reacción monárquica contra el progresismo republicano, durante la Restauración alfonsina. Es entonces cuando se reformula el concepto-red de ángel del hogar (manual de Pilar Sinués, 1881, cuyo título se remonta al de una revista que dirigió entre 1864 y 1869) y se regresa al estadio de “la perfecta casada”: el encierro doméstico de las mujeres, junto con otras doctrinas antisociales, a las que responde con inteligencia y coraje Concepción Arenal (La mujer del porvenir, 1869; La mujer de su casa, 1883). Esa dialéctica en la definición del género nunca se decantó totalmente en favor de la reclusión; ni siquiera bajo la represión antifeminista del franquismo, como puede advertirse en las obras de Carmen Laforet, la “chica rara”, cuyas protagonistas no serían tan raras cuando fueron tan ampliamente leídas. Sus novelas de aprendizaje replanteaban las relaciones entre los géneros y afectaban a ambos en una Humanidad común.

El hecho de que la protagonista de una obra narrativa o que la sujeta poética sean mujeres no excluye a los varones, ni al contrario, si se tiene en cuenta su perspectiva como público lector.

Entonces, ¿no hay una humanidad de hombres y otra de mujeres?

Si así fuera, tendríamos que separar tantas humanidades como categorías culturales. Si hablamos de la Humanidad común, habrá que incluir a las mujeres, como también a todas las etnias, las distintas orientaciones sexuales y las diversas lenguas en un territorio: España o la Península Ibérica y las naciones multiculturales de América. No es un problema de representación, como en el Parlamento, sino de sabiduría o de ignorancia: no es que “tengan que estar”, es que son; y han sido. La riqueza de la democracia en cada país y de la democracia global son las identidades múltiples con que se forma su ciudadanía a través de medios plurales de expresión y, sobre todo, un sistema de educación pública que incluya a todas y todos.

Es imposible que crezca en humanidad una generación que no haya leído a sus mujeres sabias, además de a los sabios. Tampoco basta con enumerar una nómina de ellas por cumplimiento o a causa de un concepto “bancario” del conocimiento. Hay que diseñar una experiencia memorable que las incorpore a nuestra memoria personal y cultural.

La responsabilidad como docentes es que esa experiencia formante de la memoria sea realmente plural, intercultural e interclasista: autoras latinoamericanas y escritoras de otras lenguas hispánicas, mujeres nobles como Pardo Bazán y obreras como Luisa Carnés. Además, hay que prever un amplio margen de voluntariedad en la elección de las lecturas. Durante estos dos cursos, nos hemos basado en el REA “Aprender con las mujeres”, donde se había seleccionado información y lecturas de decenas de autoras, así como algunos temas para el debate. Sin embargo, de cara a próximos cursos contamos con una recopilación mucho más amplia: la antología Filoginia, un antídoto que necesitábamos contra la misoginia todavía actuante en la Historia académica de la Literatura.

¿Por qué habéis llamado “Filoginia” a vuestra antología?

Filoginia significa “amor a las mujeres”, no simplemente como se espera de cualquier varón heterosexual normativo, sino en el sentido de una alianza empática que ha distinguido a mujeres y varones solidarios en cualquier contexto histórico, sea cual fuere su orientación sexual.

En el proyecto “Consulta a las sabias” también incluimos a varones como referentes de esas “nuevas” masculinidades, que se remontan nada menos que a Cervantes y Lope de Vega (cf. Don Quijote en la era de los videojuegos), para desmontar con su ayuda una forma extrema de relativismo que legitima la maldad disfrazada de historicidad. “En aquella época el machismo era normal”. ¿Estamos seguros o se trata de un sesgo disfrazado de historicismo? Había normas distintas en conflicto, aunque los derechos humanos no se hubieran establecido de forma universal. Tan normal como lo contrario ha sido enfrentarse a la desigualdad rampante, como se demuestra incluso en la Biblia: Judith, Susana, María Magdalena. La violencia machista se denuncia con similar viveza en el Quijote o en Fuenteovejuna que en nuestro tiempo.

En consecuencia, celebramos la memoria de hombres contemporáneos como Jovellanos, Eugenio de Hartzenbusch, Francisco Giner de los Ríos, Francesc Ferrer i Guardia, Antonio Machado, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Ramón J. Sender; y recordamos las contradicciones a que nos enfrentamos en nuestras propias vidas, como los ya citados y Feijoo, Galdós, Clarín o Ramón Gómez de la Serna en las suyas.

No obstante, la filoginia debería ser el marcador visible de nuestra época, una vez que nos hemos hecho conscientes del odio inconsciente contra las mujeres: la misoginia. No ha sido solamente un defecto de los varones —aunque no todos, como acabamos de recordar. También ha afectado a bastantes mujeres en forma de autoodio o desprecio de su propio género, como consecuencia de la tremenda sobrecarga de estereotipos y limitaciones a su desarrollo humano. La misoginia de antaño todavía nos envenena la mente, sin darnos cuenta, cuando suponemos que el patriarcado consiguió silenciar a las mujeres y, por tanto, no hay autoras de valía en épocas anteriores.

Pues bien, la filoginia se demuestra “consultando a las sabias”: leyendo sus obras para comprender sus vidas y conocernos mejor a nosotras y nosotros mismos. Con ese fin hemos elaborado una antología basada en el servicio público del alumnado de 4.º ESO en el IES Ítaca, cuando se ocupó de seleccionar, comentar y dramatizar las lecturas elegidas durante el curso 2019/20, en calidad de producto final del proyecto “Aprender con las mujeres”. Una versión distinta, en forma de tarea opcional, fue diseñada por la profesora Julia Orozco Cruz y se realizó en 2.º Bachillerato del IEDA en abril y mayo del 2021, con el nombre de “Gineauctoritas”.

Se organiza por periodos y por géneros literarios, de manera que sea cómodo usar sus referentes en las aulas, aun cuando sigan empleándose las categorías tradicionales: las generaciones y los movimientos estéticos. Cada apartado se acompaña de una introducción donde se presenta a varias decenas de autoras, con enlaces a su biografía y sus obras en formato escrito, sonoro y audiovisual.

Tal como recomienda oficialmente la UNESCO para impulsar “La biblioteca multicultural: portal de acceso a una sociedad de culturas diversas en diálogo”, nuestra pequeña biblioteca digital incorpora a autoras de todas las lenguas hispánicas en la Península: catalán, gallego y vasco, además del portugués, el francés o el italiano en América Latina y las culturas originarias de América.

Sin embargo, al menos en el mundo de la literatura infantil y juvenil (LIJ), hace bastantes años que se reconoce la autoría de las mujeres. ¿No es así?

Era imposible ignorarlas, dado que muchas creadoras de la literatura dirigida al público infantil y juvenil en español han sido mujeres. Ese terreno fue permitido a las escritoras desde el siglo XIX, junto con el supuesto dominio del ángel del hogar —en realidad, un subdominio— y la tradición del cuidado materno.

Grandes autoras españolas y latinoamericanas que se dedicaron profesionalmente a su vocación se sirvieron de la escritura y la edición de periódicos y revistas para mujeres, a la vez o sucesivamente que elaboraban lecturas infantiles, según puede apreciarse con ayuda de la síntesis biográfica de las escritoras en nuestra Filoginia, como también en el Catálogo de autoras y autores de la BVMC o del CLIJCAT: Fernán Caballero, Carmen de Burgos, Gabriela Mistral, Elena Fortún, Concha Espina, Marta Brunet, Dora Alonso, Carmen Kurtz, Gloria Fuertes, Violeta Parra, Clarice Lispector, Carmen Bravo Villasante, Maria Aurèlia Capmany, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite, María Elena Walsh, Elena Poniatowska, Isabel Allende, María López Vigil, Excilia Saldaña, Ana Rossetti… son solamente las más conocidas de una extensa producción, que comienza por el trabajo de las folcloristas y recreadoras de cuentos populares, cuentos maravillosos o leyendas.

Aun así, basta asomarse a elencos de LIJ como el portal especializado de la BVMC para comprobar, curiosamente, que hay más páginas individuales dedicadas a varones que a mujeres, precisamente en un mundo donde las autoras son tan visibles. De similar modo, el Gran Diccionario de Autores Latinoamericanos de Literatura Infantil y Juvenil considera más influyentes y reseñables, al menos cuantitativamente, a varones que a mujeres. Habrá quien siga sosteniendo que es cuestión de valores estéticos o que se debe a su poder de influencia, lo mismo que se afirma acerca de las “generaciones literarias”. Pero es una tautología: son influyentes los que se nombran y se los nombra por ser influyentes.

Entiendo que también hay que evitar una caída del lado contrario. ¿Qué pasa con los hombres en la ecuación? ¿Solamente caben los aliados del feminismo? ¿No se debe conocer a los autores consagrados por el canon? ¿Qué ocurriría si no fuera así?

Esas preguntas son exactamente las que se hacen bastantes varones y algunas mujeres durante el desarrollo del proyecto, por lo que deben ser tenidas en cuenta a la hora de planificar un proyecto de coeducación literaria.

La respuesta es simple: no estamos negando el valor de la Historia literaria, sino enriqueciéndola por el simple hecho de hacer posible el conocimiento y, sobre todo, la lectura de las autoras. Ambas cosas nos ayudarán a juzgar libremente si lo que se dice en todas las fuentes disponibles: libros de texto, enciclopedias digitales, presentaciones, acerca de tal o cual generación de autores es cierto o debe repensarse. Hay cataratas de información sobre la Ilustración, el Romanticismo, el Realismo, el modernismo y el 98, las vanguardias, el 14 y el 27, la posguerra y los exilios, la poesía social, del conocimiento y de la experiencia, el teatro independiente, la cultura pop y la posmodernidad, la novela experimental y la vuelta a la narratividad. Hay que seleccionar, comprender y sintetizar esos contenidos con pensamiento crítico.

En cada fase del proyecto se tiene en cuenta lo que pueda decirnos el libro de texto, si es norma del Departamento, así como los materiales creados por el alumnado de cursos anteriores. Desde este año, 2021, también contaremos con los itinerarios didácticos diseñados por el INTEF para la educación literaria en 3.º y 4.º ESO, que podrían ser todavía mejores si en el plan germinal se les hubiera ocurrido recordar a las autoras, por derecho y por imperativo legal. No se puede obligar a nadie a leer, excepto a quienes enseñan a leer. Me parece inquietante que no estén ellas en esa síntesis, pero la carencia se puede subsanar si se difunden los materiales que hemos creado en este proyecto, precisamente para hacerlo más fácil. Si también se silencia lo que hacemos, entonces será más difícil.

¿Quiénes han participado en la “Consulta a las sabias”?

Muchos aprendices, mujeres y varones, entre los que me incluyo, junto a estudiantes de secundaria y bachilleres, adolescentes en el IES Ítaca (2.º y 4.º ESO) y personas adultas en el IEDA (ESA I, 1.º y 2.º Bachillerato).

Además, reivindico con gusto el trabajo colaborativo de la red “Regreso Feminista”, de la que forma parte también la periodista educativa Carmen Iglesias, junto a docentes de distintos niveles de enseñanza. Tendría que nombrar a todas las personas que la integran (tres decenas), pero destaco a las compañeras literatas que me han orientado y aconsejado: las organizadoras del III Encuentro de Docentes de Lenguas en Bilbao, Bloggeando (Marimar, Adela e Irene), Itziar López y Maru Domenech (“Mujeres en el tintero: nueva antología revisada del 98”); Rosa Ortega Ayala, quien me abrió los ojos a la realidad de 365 autoras relevantes por medio de su Calendario 2019: Tiempo de literarias con modelo flipped para visibilizar las escritoras; Tesi Romero sobre el Cantar del Mío Cid con perspectiva de género;Manuela Fernández, acerca del Romanticismo y las Sinsombrero; la maestría de Fran Prendes para dinamizar una comunidad coeducativa; las múltiples incitaciones de María Adela Camacho Manarel, directora del IES Lagunas, en nuestro blog compartido, y el apoyo de María Jesús García San Martín, cuando le hablé de la primera versión de este proyecto.

El proyecto gamificado, que se pensó al principio como una factoría conducente al diseño de juegos digitales educativos por el alumnado de distintos centros, no contó con el apoyo privado que se esperaba; pero se convirtió en bien público en forma de proyecto de innovación reconocido por la Consejería de Educación andaluza, con el objetivo de crear materiales curriculares de licencia CC. La gracia del asunto es que el alumnado realizara dicho trabajo como un servicio a la comunidad educativa, en forma de producto final.

Debo decir que la “Consulta a las sabias” está directamente vinculada con el Proyecto EDIA del CeDeC, por dos razones: 1) porque hemos reutilizado y adaptado el REA “Aprender con las mujeres: Literatura Contemporánea”, que se diseñó durante el curso 2018/19 con el apoyo de sus responsables, Cristina Valderas y Lola Alberdi; 2) porque la creación de REA por medio del programa eXelearning, con licencias CC BY-SA de cultura libre, hubiera sido imposible sin su asesoramiento.

Durante el curso 2019/20 estuve colaborando en el IES Ítaca con la dirección: Carmen Lázaro; y con la coordinación TIC: Carlos Antonio Monago, pero el confinamiento decretado en marzo de 2020 obligó a que el proyecto se limitara a los grupos a mi cargo. En 4.º ESO nos dedicamos a estudiar la Literatura Contemporánea en clave de género, de modo que cada grupo-aula leyera y comentara a casi una treintena de autoras, con el fin de fabricar una antología: Filoginia, así como una colección de relatos y juegos para introducir a otras personas en la historia de emancipación de las mujeres. También pusimos en práctica un proyecto sobre videojuegos en 2.º ESO: Let’s Play, orientado al conocimiento de sus distintos géneros a través de los juegos documentales, informativos y críticos que son resultado de la cultura libre y el ciberactivismo. Su producto final consistía en elaborar un comentario crítico que fuera un paso más allá del mundo youtuber, de modo que se incorporasen valores artísticos y éticos. En ambos niveles se aplicó y mejoró el breakout-edu Escapamos de la fantasía machista, sobre los estereotipos de género en los videojuegos, en relación con las mujeres de distintas culturas en el planeta.

Al año siguiente me enviaron en comisión de servicio al IEDA, que atiende mayoritariamente a personas adultas, lo que permitió la incorporación de otros compañeros al proyecto: Ignacio Vallejo, profesor de 1.º Bachillerato; y Julia Orozco Cruz, docente en prácticas del MAES de la Universidad de Sevilla. Nacho Vallejo diseñó una tarea de producción excelente, dedicada a los relatos de Emilia Pardo Bazán: “Relatos de mujer”. Julia organizó una tarea opcional para 2.º Bachillerato, en forma de proyecto: “Gineauctoritas: Mujeres literarias del siglo XXI”, que produjo una antología comentada con un gran valor añadido, fruto del proceso de reflexión que ella había diseñado sobre las autoras y su obra. A mí me tocó diseñar una tarea de producción en el Ámbito de Comunicación de ESA I, que comenzaba por el conocimiento de cuatro autoras de sendos géneros literarios y el comentario de un poema de Gloria Fuertes, hasta concluir ensayando una creación literaria breve: “Ellas son autoras”.

Además, utilizamos el breakout-edu en varias actividades de divulgación del grupo investigador sobre Justicia Lingüística de la Universidad de Sevilla: en la Noche europea de los Investigadores y como arranque del proyecto “Jóvenes con Investigador@s”, acerca de los sesgos de género en el procesamiento del lenguaje natural (NLP) por la Inteligencia Artificial (AI), que impulsamos desde la US con estudiantes de 1.º Bachillerato de Sevilla y Ronda. Los resultados de la investigación se presentaron en el Congreso de JconI 2021.

¿Os habéis inspirado en otros proyectos similares?

Sí. Afortunadamente, tuvimos la oportunidad y aun la necesidad de apoyarnos en la investigación previa que se ha realizado con enorme esfuerzo:

Personas comprometidas con estas redes nacionales e internacionales se habían preocupado por rescatar del olvido las obras de centenares de autoras desde el Medievo a la Edad Contemporánea.

El proyecto ha discurrido en paralelo con otras dos experiencias simultáneas que compartían objetivos muy similares: “Texturas” de Antonio Garrido y Raquel Soler en el IES Alhadra y el IES Al-Ándalus de Almería; “Mujer tenías que ser”, de Raquel Martín en el IES María Rodrigo de Madrid. Hemos hecho todo lo posible por confluir en el futuro; y hemos empezado a hacerlo a través de la red #RegresoFeminista y también en el grupo de docentes de lenguas que ha generado el proyecto EDIA. Nos hemos apoyado mutuamente en momentos de apuro y desánimo por los obstáculos que encontrábamos en el camino.

Pero con quien más y mejor he comentado los episodios de esta investigación pedagógica ha sido mi amiga Nuria Roldán, filósofa, profesora y feminista, que enriquecía con sus renonancias y su sabiduría las lecturas que se contienen en el proyecto. Gracias de corazón.

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