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Rutinas y cuidados básicos de la piel para prevenir el envejecimiento

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La piel es el órgano más grande del cuerpo y actúa como barrera y primera línea de defensa ante agentes externos, protegiéndolo del calor, la luz, las infecciones y las posibles lesiones. Está, por tanto, continuamente expuesta a elementos que pueden dañarla.

Mantenerla limpia, hidratada y nutrida es uno de los primeros pasos para asegurar su bienestar. Para ello, desde la Clínica Mayo recomiendan una rutina diaria básica para las zonas del rostro, el cuello y el escote que incluye hidratar a diario con una crema adecuada en función del tipo de piel, desmaquillar si es necesario con un limpiador suave y lavar con agua tibia para evitar la vasodilatación.

Asimismo, la piel del resto del cuerpo también merece una atención y cuidado especiales:

La higiene y la hidratación no son los únicos cuidados que debemos incorporar a nuestra rutina. El descanso y la alimentación también juegan un papel determinante en el bienestar de nuestra piel. Dormir al menos siete horas y seguir una dieta variada, equilibrada y rica en vitaminas, minerales y ácidos grasos beneficiará a nuestra piel y, en algunos casos, puede ayudarnos a mejorar el curso de algunas enfermedades dermatológicas. Por ello, la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) recuerda la necesidad de que no falten en nuestra dieta alimentos ricos en vitaminas del grupo B, que intervienen en el buen estado de la piel y en los procesos de renovación celular; vitamina C (cítricos, perejil, pimiento, brócoli...), que activa las defensas e interviene en la síntesis de colágeno, una proteína que otorga sostén a la piel; vitamina E (aceites vegetales, cereales integrales, semillas, nueces...), que ayuda a contrarrestar el envejecimiento cutáneo y mejora la circulación sanguínea; o vitamina A, que favorece el desarrollo de pigmentos en la piel, que la protegen y ayudan al bronceado.

PREVENIR EL ENVEJECIMIENTO

El aspecto saludable de la piel se identifica habitualmente con la genética, pero lo cierto es que ésta sólo representa el 25% del envejecimiento, según advierte la Fundación Piel Sana. El resto es consecuencia de un estilo de vida poco saludable o causas externas.

Rutinas y cuidados básicos de la piel para prevenir el envejecimiento

De hecho, el principal agente responsable de su envejecimiento es el sol, por lo que es importante concienciarse de la necesidad de protegerla frente a la radiación siempre que se vaya a estar en el exterior, independientemente de la estación del año o incluso de si el día está nublado.

El tabaco es otro de los factores que repercuten en su envejecimiento, acentuando la aparición de arrugas y la deshidratación. Por otro lado, varios estudios han halladorelación entre la polución de las grandes ciudades y diversas afecciones dermatológicas como dermatitis atópica, psoriasis, envejecimiento prematuro y acné.

Otra de las causas de mayor sufrimiento de la piel son los cambios bruscos de temperatura, así como el aire acondicionado, la calefacción, la sequedad del ambiente, el exceso de humedad o la acumulación de polvo en los espacios cerrados, ya que al acumular más toxinas la piel pierde uniformidad, elasticidad y luminosidad.

La huella de la pandemia en la piel

Los estragos de la pandemia no se han limitado a los efectos del virus en el organismo, sino que han traído consigo consecuencias para la salud de la piel. Por un lado, las manifestaciones cutáneas vinculadas a la infección en los pacientes covid; por otro, la aparición de problemas dermatológicos a raíz del uso constante de gel hidroalcohólico y la mascarilla.En esta línea, el aumento de consultas por eccemas de contacto, acné, dermatitis seborreica y rosácea ha pasado de un 5% del total antes de la pandemia a un 25% en la actualidad, según datos de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) en el II Congreso Nacional COVID-19, celebrado en abril. Resulta significativo, además, que las consultas por acné o dermatitis seborreica se hayan ampliado a los adultos y no solo a pacientes adolescentes, como era habitual.Prevenir la incidencia de estas patologías pasa, en el caso de las manos, por primar el uso de agua y jabón ante el de los hidrogeles, así como secárselas bien tras el lavado y aplicarles crema hidratante. Si se usan hidrogeles con frecuencia, mejor que sean sin perfume, y se debeasegurar una hidratación cutánea diaria para contrarrestar el efecto de sequedad que provocan.En el caso de las mascarillas, es recomendable evitar el maquillaje, usar cremas hidratantes, lavarse la cara con agua templada y jabones limpiadores suaves y sin fragancias y, si se identifican problemas cutáneos con un tipo concreto de mascarilla, intentar otra confeccionada con materiales diferentes. En cualquier caso, cuando un eccema ya está instaurado, estas medidas pueden ser contraproducentes, con lo que resulta necesaria la valoración y el diagnóstico del médico, quien pautará el tratamiento adecuado.

Etiquetas: ¿Cuál es la mejor línea de cuidado de la piel para la rosácea?