Soy feminista y me maquillo
Soy feminista y me maquillo. Aunque conozco también feministas que no lo hacen. También hay mujeres machistas que llevan la cara lavada diariamente y mujeres machistas que, como yo, pasan por chapa y pintura cuando les apetece.
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¿Por qué os cuento esto?
Porque me he encontrado en varias ocasiones que los cosméticos se utilizan como una manera de desacreditar. “¿Y si eres tan feminista por qué te maquillas?”, me han llegado a preguntar.
Me han llegado incluso a decir que el maquillaje es una cosa que las mujeres utilizamos para atraer más a los hombres, pero hay algo que parece que nadie les ha contado.
Y es que las mujeres nos maquillamos para gustarnos a nosotras mismas. Yo no digo que no se dé el caso de que alguna vez me haya arreglado más por tener una cita, pero quitando un porcentaje ínfimo, el resto de las ocasiones en las que lo hago son por y para mí.
Me gusta maquillarme, es así de sencillo. No puedo salir de casa sin el tapaojeras y una pizca de colorete porque sin ellos me veo con cara de extra de The Walking Dead (y seamos realistas, hay dos cosas que no le gustan a nadie independientemente de su género: cambiar pañales y verse con cara de orco de Mordor en el espejo).
Me maquillo porque me apetece y si no me apetece no me maquillo. Pero vamos, todavía no he oído a ninguna mujer en una tienda de cosméticos pidiendo la barra de labios infalible para conquistar a un hombre, pero sí una barra que poder llevar diariamente.
Es tan respetable una decisión como otra, porque ya os garantizo que de todos los libros feministas que he leído (y ya van unos cuantos) en ninguno he encontrado el capítulo en el que desarrollan la incompatibilidad del maquillaje con el feminismo.
Hay un caso que me encanta contar. Tengo una compañera periodista de belleza que siempre viene maquillada al trabajo estupendamente.
Un día hablando sobre el tema me comentó que no podía salir a la calle sin maquillar, que ni en el caso de que no fuera a cruzarse con nadie dejaría de hacerlo, ¿y por qué? Porque maquillarse le divertía.
Porque para ella es un placer jugar con las brochas, colores y lápices de ojos, porque se lo pasa bien.
Supongo que el resumen es que maquillada soy igual de feminista. Por supuesto que quiero tener igualdad, pero ¿qué daño hace llevar, al mismo tiempo, mi barra de labios Cherry Pink de Bobbi Brown en el bolso?
Lo mejor del feminismo es precisamente que nosotras tenemos total libertad a la hora de tomar las decisiones, sean del tipo que sean independientemente del nivel de trascendencia.
Almacenado en: 2018, feminismo, Maquillaje