Así nació la cosmética actual: las historias de superación que hay tras las grandes firmas
A pocos días de la celebración del 8 de marzo, Día de la Mujer, es buen momento de repasar la historia y conocer los comienzos del negocio de la cosmética. Se trata de un sector pensado por y para mujeres ya que fueron ellas mismas las pioneras de una industria que a día de hoy genera millones de beneficios en todo el mundo.
Si echamos la vista atrás nos daremos cuenta que las primeras marcas de cosmética nacieron de la mente y el trabajo de un grupo de visionarias y emprendedoras que abanderaron el empoderamiento de la mujer. Si hoy día la mujer tiene dificultades para conseguir un trato igualitario en el mundo laboral, imaginémonos cómo tuvo que ser para estas figuras a las que les tocó vivir durante siglo XIX y las primeras décadas del XX.
No solo fueron empresarias pioneras, sino que cambiaron la mentalidad de una sociedad. La mujer empezó a pensar en cuidarse, maquillarse y peinarse para sentirse a gusto consigo misma y no solo para agradar a sus parejas. Además supuso todo un cambio de reputación de una serie de productos que hasta la llegada de esas primeras marcas estaban mal vistos y relacionados con mujeres "de mal vivir".
Hoy en Vozpópuli vamos a dar una clase historia porque los inicios de la cosmética también son dignos de ser contados y reivindicados. Además podrás descubrir las interesantes historias que existen tras las grandes firmas que hoy son mundialmente conocidas, que puedes encontrar en cualquier tienda de cosméticos y que, posiblemente, tengas en tu tocador.
De hija de esclavos a ser la primera millonaria de América
Recientemente, Netflix ha lanzado de nuevo al estrellato a Madame C.J. Walker gracias a Una mujer hecha a sí misma. Se trata de una miniserie protagonizada por Octavia Spencer que da vida a su heroína, una desconocida para el mercado español pero un pilar en el mundo de la belleza de Estados Unidos. En pleno auge del movimiento Black Lives Matter, que reclama la importancia e igualdad de la comunidad negra en América, su figura cobra de nuevo importancia como fuente de inspiración.
Toda una visionaria del mundo de los cosméticos, Madame C.J. Walker tuvo que luchar con muchas barreras: mujer, de color, defensora del amor libre y abanderada de la integración de la mujer en el mundo laboral. Vamos a hablar de una nueva historia en la que un problema se convierte en una oportunidad de negocio y es que fue a través de su alopecia como esta mujer descubrió un cosmético que la convirtió en la primera mujer millonaria de Estados Unidos.
Pero comencemos la historia por el principio. Hija de padres esclavos, Sarah Breedlove, que es su verdadero nombre, se quedó huérfana a los siete años y se casó con tan sólo 14. Lejos de tener una vida familiar tranquila, seis años más tarde fue abandonada por su marido después de una relación cargada de malos tratos. Ante esta situación de estrés, sola y con una hija de dos años, empezó a perder de manera alarmante gran cantidad de pelo.
Breedlove decidió emprender una nueva vida en Saint Louis donde comenzó a trabajar lavando a mano la ropa de familias de clases acomodadas. En esta nueva ciudad conoció a Annie Turnbo Malone, una fabricante de productos para el cabello rizado para la que empezó a trabajar a cambio de recibir un ungüento con el que descubrió cómo su pelo volvía a fortalecerse.
Tomándose a sí misma como conejillo de indias, Madame C.J. Walker empezó a investigar cómo poder perfeccionar los resultados de los productos de su jefa trabajando con productos e ingredientes naturales en su propia cocina. De esta manera tan casera y personal nació "Wonderful Hair Gromer", el primer cosmético diseñado de manera específica para mujeres negras.
Su producto se convirtió en lo que hoy llamaríamos 'top ventas' y le permitió crear de la nada un imperio que llegó a contar con más de 25.000 empleadas en todo el país. Empática y generosa, y convertida en toda una millonaria, C.J. Walker dedicó sus últimos años de vida a causas sociales y a defender el papel de las mujeres de color en el mercado laboral ya que fue consciente de que la libertad para la mujer solo llegaría tras su incorporación al trabajo. Esta impresionante vida, llena de altos y bajos, le pasó factura a los 51 años cuando murió de un ataque al corazón dejando para la posteridad una historia de tesón, lucha y superación.
Elizabeth Arden: el poder de unos labios rojos
A principios del siglo XX, Elizabeth Arden llegó al mundo de la cosmética para cambiar completamente las reglas que hasta entonces existían en cuanto al maquillaje ya que a ella se le debe el hecho de que las mujeres se maquillen porque lo desean, no para agradar a sus parejas.
Este cambio absoluto de reputación es fruto de unas fuertes campañas de marketing en el que Elizabeth Arden definió el maquillaje que debía de lucir una dama. Fue cuestión de tiempo que las mujeres comenzasen a abarrotar sus salones de belleza para poder lucir la nueva estética de moda. Por primera vez, el hecho de pintarse los labios no era algo mal visto y asociado a las prostitutas, sino que el carmín podía vivir con toda libertad en el bolso de la mujer y utilizarlo en el tocador de cualquier restaurante de categoría.
De nuevo, el éxito empresarial de Arden viene acompañado por un sentimiento social. Estamos hablando de la época de las sufragistas, mujeres que se manifestaban reclamando su derecho a voto. En apoyo a su género, la empresaria decidió regalar a todas las que se reunían para reclamar sus derechos en la Quinta Avenida de Nueva York una barra de labios roja. En poco tiempo, este cosmético se convirtió en todo un símbolo de poder femenino.
Estée Lauder: cualquier mujer puede ser hermosa
Hija de madre húngara y padre checoslovaco, Estée Lauder nació en 1906 en el barrio neoyorkino de Queens y se convirtió en otra visionaria del mundo de la belleza que consiguió crear y dirigir junto a su marido una de las empresas más innovadoras y prestigiosas del sector.
"Nadie ha tenido nunca éxito sin arriesgarse… Hay que ser capaz de reconocer el momento y aprovecharlo sin demora", era uno de sus lemas. Buscando ese éxito pronto notó que era necesario un cambio en su apellido para volverlo más comercial transformando en los años 30 el 'Lauter' original por el ya mítico 'Lauder'.
Su pasión por la belleza, y su fe en el poder que podía acompañarle, le llevó a crear cuatro productos para el cuidado de la piel que eran fiel a su filosofía de negocio que resumía con frases como "cualquier mujer puede ser hermosa" o "Nunca debes subestimar a una mujer por ser bella ".
El inicio de su imperio comenzó en los salones de belleza en los que convencía a sus futuras clientas realizando demostraciones de sus productos mientras se encontraban presas bajo los secadores. Además fue pionera en una herramienta básica de marketing que hoy sigue utilizándose y que consiste en regalar muestras gratis de cosméticos para que la mujer se convenciera de los resultados de sus productos antes de que los comprase.
"Nunca soñé con el éxito. Trabajé para llegar a él", comentaba Estée Lauder, que en 1946 decidió finalmente crear su propia marca, a la que bautizó con su nombre, compuesta por una línea de productos de belleza. La gran revolución llegaría sólo cuatro años después cuando lanzó el perfume 'Youth Dew', un aceite de baño que podía utilizarse también como fragancia. Sin embargo, su producto más famosos es el sérum de noche, una innovación que hoy sigue en plena forma y del que se vende una unidad cada 8 segundos en todo el mundo.
Entre sus metas está también el ser la primera mujer americana en ser condecorada con la Legión de Honor en 1978 y ser la única mujer dentro de la lista de "Los 20 genios comerciales más influyentes del siglo XX" que la revista Time publicó en 1998.
Tras conseguir que su compañía cotizase en bolsa, Estée Lauder decidió retirarse en 1995 y murió en 2004 a la edad de 97 años... una cifra que es la mejor publicidad para una firma de cuidados de belleza.
Helena Rubinstein: un producto para cada tipo de mujer
Chaja Rubinstein, conocida mundialmente como Helena, fundó una empresa de cosméticos que la convirtió en una de las mujeres más ricas del mundo lo que le permitió dedicarse a labores filántropas y a su pasión como coleccionista de arte.
Sus comienzos nos vuelven a llevar a una familia de origen humilde. Nació en 1872 en el barrio judío de Cracovia y era la mayor de ocho hermanos. Interesada en estudiar medicina, sus padres deciden enviarle a vivir con unos parientes a Australia a finales de siglo. En el equipaje, su madre no dudó en incluirle doce tarros de crema facial creados siguiendo la receta familiar... no sabía que estaba cambiando el curso de la historia de la cosmética.
Al llegar a Melbourne, Chaja descubrió cómo su piel blanca, radiante y sin imperfecciones era la envidia de todas las vecinas. El secreto era la crema que le acompañaba desde Europa y que decidió empezar a vender a sus conocidas. De esta curiosa manera nació su primera crema, a la que llamó Valaze. El éxito local le convenció de dar el paso de hacer publicidad en los periódicos para darla a conocer a todo el país y en solo dos años ya había generado unas ganancias de 24.000 dólares.
Su siguiente paso fue la apertura de su primer centro de belleza en Melbourne en 1905 pero pronto sintió la necesidad de formarse en el sector y decidió dejar el salón en manos de su hermana para viajar por Europa. De nuevo en su continente natal, conoció de manos de dermatólogos los distintos tipos de piel y abrió un nuevo centro en París pero el estallido de la Primera Guerra Mundial la hizo trasladarse a Estados Unidos donde finalmente creó su gran empresa.
Durante los años 30, Helena Rubinstein ya podía presumir de ser una de las mujeres más ricas de América y en los 50 su imperio estaba formado por 40.000 trabajadores y 14 fábricas de cosméticos. Los celos no tardaron en llegar y es conocida su gran rivalidad con Elizabeth Arden, de la que ya hemos hablado, con una historia repleta de ataques, fichajes de trabajadores y robos de fórmulas de sus productos.
Entre sus innovaciones tienes que saber que fue la creadora del cepillo que incorporan las máscaras de pestañas y la inventora de la máscara 'waterproof' que creó para el equipo nacional de natación sincronizada en 1939. “No hay mujeres feas, ¡solo mujeres perezosas!”, es uno de los famosos lemas de esta célebre pionera de la cosmética.