23 de enero de 1989: muere Salvador Dalí, el artista exponente del surrealismo
23 de enero de 1989 por El Orden Mundial@elordenmundialEl artista español Salvador Dalí falleció con 84 años. Su prolífica carrera y su llamativa personalidad le convirtieron en uno de los surrealistas referentes, con obras como ‘La persistencia de la memoria’ y colaboraciones con cineastas como Buñuel, Disney o Hitchcock.WhatsAppTwitterFacebookLinkedInTelegramMenéame
Esta funcionalidad está reservada a suscriptores. Suscríbete por solo 5€ al mes.Guardar artículo
Please login to bookmark
Esta funcionalidad está reservada a suscriptores. Suscríbete por solo 5€ al mes.Descargar PDFSalvador Dalí i Doménech nació en Figueras, Cataluña, en 1904. Desde el seno de una familia de clase media, pronto se interesó por el arte y aprendió a pintar con artistas locales como el impresionista Ramón Pichot. Durante sus estudios de bachillerato publicó artículos sobre arte en la revista estudiantil Studium y en 1922 se mudó a Madrid para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Vivió en la famosa Residencia de Estudiantes de Madrid, donde coincidió con futuras figuras del arte y la literatura como el cineasta Luis Buñuel y el poeta Federico García Lorca.
En la capital comenzó a experimentar con las vanguardias y a desarrollar la personalidad estrafalaria y rebelde que, junto con su bigote puntiagudo, le caracterizó toda su vida. Aunque realizó exposiciones exitosas, no completó sus estudios, ya que fue expulsado de la Academia en 1926 por negarse a presentar los exámenes finales argumentando que no había nadie tan bueno como para examinarlo. Esto, sin embargo, no le impidió convertirse en un artista prolífico y reconocido en todo el mundo.
Pintura, escultura, joyas y cine
Gracias a Buñuel y a sus viajes a París, Dalí se interesó por el surrealismo, vanguardia de la que se convertiría en un referente. Inspirados por el psicoanálisis de Sigmund Freud, los surrealistas buscaban acceder al subconsciente y retratar lo que en él ocurre de manera libre, sin importar que fuese perturbador o carente de sentido. Dalí desarrolló su propia técnica para lograrlo, el método paranoico-crítico, que consistía en usar imágenes reales y proyectar el subconsciente sobre ellas, imitando un estado paranoico. No obstante, su estilo también bebió de autores clásicos como Velázquez, al que admiraba, así como de coetáneos como Picasso.
RT from @IRSnews : The #IRS Identity Theft Central gives taxpayers, #taxpros and businesses information on how to… https://t.co/DYNBFNbVQE
— Michael Holland 🇺🇲🇬🇧 Mon Jun 21 18:15:00 +0000 2021
En sus pinturas surrealistas plasma paisajes oníricos, con elementos recurrentes como los elefantes, los insectos o su esposa y musa Gala. Su obra más famosa es La persistencia de la memoria (1931), que representa un paisaje con relojes que se derriten, pero también son conocidas El gran masturbador (1929), Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar (1944) o La tentación de San Antonio (1946), con sus característicos animales patilargos.
Dalí también realizó esculturas y diseño joyas, escaparates y decorados de teatro, ilustró libros y participó en anuncios televisivos. Además, dejó su huella en el cine. Primero en las películas Un perro andaluz (1929) y La edad de oro (1930), de Buñuel, y durante sus estancias en Estados Unidos, en los años treinta y cuarenta, pintando los decorados de Recuerda (1945) de Alfred Hitchcock y colaborando con Walt Disney en el cortometraje Destino. Este proyecto no vería la luz hasta 2003, cuando un sobrino de Disney lo encontró archivado y decidió acabarlo y estrenarlo. Dalí también inició una colaboración con los hermanos Marx en 1937, que no prosperó.
“¡Yo soy el surrealismo!” y otros escándalos de Salvador Dalí
Para algunos, el comportamiento extravagante de Dalí fue parte de su obra, aunque también le valió el rechazo de parte de la crítica y compañeros de profesión. Algunas de sus acciones se clasificaron como happenings, es decir, actos o espectáculos realizados en un contexto cotidiano que buscan la interacción entre el artista y su público. Muchos los realizó en la década de 1960, como pasear a su oso hormiguero por las calles de París, dar una rueda de prensa a lomos de un caballo disecado o firmar libros acompañado de una tortuga panza arriba. Ese uso de su imagen pública le permitió darse a conocer.
No obstante, sus principales controversias giraron en torno a su ambigüedad ideológica. En 1934, su rechazo a los postulados de izquierdas del Movimiento Surrealista, que para él debía ser apolítico, y la mercantilización de su arte provocaron que fuese sometido a un juicio surrealista y expulsado del Movimiento. Su respuesta se haría famosa: “¡Yo soy el surrealismo!”. El fundador del Movimiento, el poeta francés André Breton, le dedicó el anagrama de Avida Dollars con su nombre y le acusó de defender a Hitler, al que Dalí veía como un personaje fascinante.
Esta imagen de oportunista se vio una vez más a su vuelta a España en 1948, cuando no dudó en alabar el régimen de Francisco Franco para poder trabajar en el país, lo que molestó a otros artistas e intelectuales exiliados. Años después seguiría elogiando al dictador. Con todo, Dalí dejó un importante legado que inspiró a artistas como Ángel Planells o Nikolás de Lekuona. Entre sus reconocimientos se encuentra el marquesado de Dalí i Púbol, que le otorgó el rey Juan Carlos I en 1982. Tras su muerte el 23 de enero de 1989, a causa de un paro cardiaco, Salvador Dalí legó gran parte de su obra al Estado español, que se repartió entre su Teatro-Museo de Figueras y el Museo Reina Sofía de Madrid.
WhatsAppTwitterFacebookLinkedInTelegramMenéame Avísanos de una errata¿Te ha gustado este artículo? Para publicar en abierto análisis como este necesitamos tu apoyo. Suscríbete para tener acceso a todos nuestros artículos y mapas y quitar la publicidad de toda la web.
Suscríbete por solo 5€ al mes
El Orden Mundial
@elordenmundialSomos un grupo de jóvenes analistas especializados en distintas áreas de Relaciones Internacionales. Nuestro objetivo: comprender cómo funciona el mundo.